CALSOT
Restaurante en Hoyo de Manzanares (Madrid)
Última visita: enero de 2013
Precio medio: 30 €
¿Recomendable?: Sí, en temporada de calçots.
Aprovechando el comienzo de la temporada de calçots, decidimos acercarnos (¿o debería decir decidí que nos acercáramos?) a la embajada gastronómica catalana en la sierra de Guadarrama, que es un lugar donde parece que sorprende un poco encontrar un restaurante de este tipo.
El caso es que hace unos años ya nos pusimos el babero en Casa Jorge, en Madrid, pero la experiencia no fue del todo satisfactoria, sobre todo para la serrana, así que cuando el año pasado, ya fuera de temporada, me enteré de la existencia del Calsot, decidí que este año no me quedaba sin mi calçotada en la sierra.
Para los que sepan menos que yo de los calçots, os diré que son un tipo de cebolla tierna y dulce que se cultiva en algunas zonas del sur de Cataluña, aunque al igual que los castellers, tienen su centro en Valls (Tarragona), donde existe incluso denominación de origen protegida. Su ternura y blancura tienen su origen en el sistema de cultivo. Según van creciendo se va amontonando tierra a su alrededor (se van “calzando”, de ahí su nombre) para evitar que les dé el sol.
Cuando llega la temporada, empiezan a celebrarse las calçotadas, donde las familias y amigos se reúnen en torno al fuego donde se preparan los calçots, no a la brasa, sino directamente sobre las llamas, con lo que la capa exterior queda totalmente calcinada y negra. Después de hacer los calçots al fuego, se aprovechan las brasas que se forman para preparar una variedad de carnes, donde no suele faltar la butifarra y el cordero.
Curiosamente y sin proponerlo, nuestra visita al Calsot coincidió en fecha con la Gran Fiesta anual de la Calçotada de Valls, a la que acuden cientos de personas de todo el mundo y que de forma más o menos oficial marca el inicio de la temporada de las calçotadas en Cataluña.
Para ver un poco mejor de qué va esto, podéis ver este vídeo de estos dos elementos de los que, por cierto, hace tiempo que no sé nada: calçotada con los primos
Y después de esta introducción, vamos con nuestra visita al Calsot, que se produjo un domingo a mediodía, con lo que el parking estaba lleno de familiares y monovolúmenes (a ver cuándo entras en razón, Óscar). Entre el parking y el restaurante hay una zona con columpios y otros entretenimientos para los enanos y, al lado contrario, una pequeña plaza de toros, que no sé qué relación tendrá con el restaurante.
Las zonas para comensales son un comedor y una carpa cerrada. Las sillas, de plástico, y las mesas, de madera, sin manteles y con servilletas de papel, cubertería normalita y vajilla de salón de bodas de hace treinta años, con esos platos blancos supergordos.
En la carta, como curiosidad, aparece una breve explicación del origen de los calçots y las instrucciones para comerlos.
Aunque en la mesa hay un babero para cada uno, Marina sigue sin estar por la labor de comer calçots, con lo que pedimos un Menú calçotada para el Páter y para mí, y la madre y la hija se reparten un Pollo Calsot, una Ración de patatas fritas y una Tostada de embutidos catalanes.
El Menú Calçotada para dos, sin incluir bebida ni postres, cuesta 39 euros, e incluye lo siguiente (transcribo de la carta): Ensalada Calsot; Tostada de pan con tomate y embutidos catalanes (butifarra blanca, negra y fuet); Ración de calçots (12 ud.); Combinado de carnes (butifarra blanca, butifarra negra, conejo a la brasa, chuletas de cordero y pollo Calsot). Y a continuación doy un repaso a este menú.
La Ensalada cumple con su papel de acompañamiento, sin más. En algún otro blog he visto fotos con alguna rodaja de fiambre, pero en este caso solo tenía lechuga, cebolla y tomate. La Tostada de embutidos está bien para ir abriendo boca, viene bastante repleta. Luego viene lo que nos ha traído hasta aquí, los Calçots. Servidos como mandan los cánones, sobre una teja árabe y envueltos en papel de periódico para que guarden el calorcito. Falló el detalle de atrezzo de traerlos envueltos en El mundo en vez de en La vanguardia. Nos calzamos los baberos y manos a la obra.
Exquisitos, me han encantado, igual que la salsa romesco que los acompaña, y ver al Páter comiendo calçots no tiene precio. Con los calçots habían llegado a la mesa unas toallitas de esas que crecen al echarlas agua y desde luego que hay que usarlas, porque después del despellejamiento de los calçots tenemos las manos como carboneros.
Por último, la carne. Las butifarras, bien. El conejo y el pollo, poco hechos para mi gusto, menos aún el conejo que el pollo, pero lo mejor de todo, con diferencia, las chuletas de cordero, de las que había una para cada uno.
Como nota tacaña, decir que si se quiere all-i-oli con la carne a la brasa, hay que pagarlo aparte, al precio de 2,50 euros la tarrina. No tendría mucha importancia si fuera un all-i-oli en condiciones. Pero no sabía ni a ajo, ni a aceite, ni a nada. Vamos, que ni all ni oli. Un cero para ese potingue, no lo pidáis. Llevaos una tarrina de Chovi en el bolso y lo agradeceréis.
Bueno, y aparte del Menú Calçotada, lo que comieron las niñas. El Pollo Calsot, hecho en una espada giratoria, tipo a l’ast, pero al calor de las brasas. Según dijo el camarero, un poco picante (curioso que lo avisara con el pollo ya en la mesa, cuando se entendía perfectamente al hacer la comanda que lo iba a comer una niña de dos años). El pollo estaba bueno pero 8 € por medio pollo me pareció un poco caro, y más si lo comparamos con el resto de precios de la carta. Eso sí, con las patatas fritas me quito el sombrero y hasta los pantalones si hace falta. Buenísimas, exquisitas. A lo mejor pillamos el aceite de la freidora recién cambiado y vosotros ya no las probareis iguales, pero de verdad que merecen los cuatro renglones que llevo hablando de ellas. La Tosta de pan con tomate y embutidos catalanes (7 €) es la misma que la del Menú Calçotada, o sea, que ya está comentada.
No ponen pan si no se pide, pudiendo elegir, dependiendo del gusto y la economía, entre pan tostado sin más, por 1 €, o pan tostado con tomate, por 4 €.
De bebida, agua del manantial de Lahoz, de Fuente Liviana. Con eso también está todo dicho. No voy a emplear más tiempo en hablar de lo poco que me gustan las aguas minerales de Cuenca. También pedimos Sangría de cava. Traen a la mesa una jarra de cristal con melocotón y otras verduras en el fondo nadando en un mezcla de líquidos que el camarero me identifica como Cointreau y creo que limón. Sobre todo esto, vacía una botella de cava enterita. La mezcla está buena. Me recuerda al krushon de El cosaco.
Y para terminar, una de postres caseros. Muy buenos los dos que probamos (a 4 € cada uno), tanto la Crema catalana como la Mel i mató. La otra opción casera es el Postre músico que vimos por otras mesas, una bandejita de frutos secos acompañados de un porroncillo de vino dulce. Por cierto, a todos los precios que he puesto hay que sumarles el iva.
En cuanto al servicio, bien en general, aunque con alguna lagunilla como lo que he dicho del pollo picante, o que se llevaran todas las servilletas de la mesa al acabar los platos principales y no las repusieran con el postre.
Dejo pendiente para otra visita probar los cargols a llauna, otro de los clásicos de la gastronomía catalana, pero tiene que ser cuando encuentre a alguien con quien compartirlos. Se aceptan voluntarios.
Suscribo lo de las patatas fritas.
El pollo asado, no es que pique exactamente. Lleva muchas especias, entre ellas pimienta. Es un sabor riquisimo.
El sitio merece una visita anual. Siempre en temporada del calsot. Fuera de temporada, no le veo el menor interés.
PD: No me esperes para tomar caracoles.
Muy interesante M.M. Había oido hablar de los calçots muchísimo, pero no tenía ni idea de lo que era,si me hubieses dicho que es un tipo de pescado, me lo creería. Ahora al leer tu exposición,me ha entrado curiosidad. No deja de sorprenderme la forma de servirlo, en papel de periódico, aunque sea El Mundo. Decididamente hay que probarlo. El calçot me sonaba igual que la lamprea lo oigo mucho pero no se ni lo que es, eso si sé que es es de temporada.
!Ah! por cierto, quizá esté entrando en razón, ya sabes casi 40, un niño, en camino otro, aunque no lo puedo asegurar.